Amor, una pregunta te ha destrozado.
Yo he regresado a ti desde la incertidumbre con espinas.
Te quiero recta como la espada o el camino.
Pero te empeñas en guardar un recodo de sombra que no quiero.
Amor mío, compréndeme, te quiero toda, de ojos a pies, a uñas, por dentro, toda la claridad, la que guardabas.
Soy yo, amor mío, quien golpea tu puerta. No es el fantasma, no es el que antes se detuvo en tu ventana. Yo echo la puerta abajo: yo entro en toda tu vida: vengo a vivir en tu alma: tú no puedes conmigo.
Tienes que abrir puerta a puerta, tienes que obedecerme, tienes que abrir los ojos para que busque en ellos, tienes que ver cómo ando con pasos pesados por todos los caminos que, ciegos, me esperaban.
No me temas, soy tuyo, pero no soy el pasajero ni el mendigo, soy tu dueño, el que tú esperabas, y ahora entro en tu vida, para no salir más, amor, amor, amor, para quedarme.
Pablo Neruda |
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