miércoles, 30 de junio de 2010

Otro silencio






 


De noche, el oro
es plata.
Plata muda el silencio
de oro de mi alma.






 


Juan Ramón Jiménez

lunes, 28 de junio de 2010

viernes, 25 de junio de 2010

La luna







 


Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.






 Jorge Luis Borges

jueves, 24 de junio de 2010

Cómo hacer un poema dadaísta

 

 - Coja un periódico

 

- Coja unas tijeras


- Escoja en el periódico un artículo de la longitud que cuenta darle a su poema


- Recorte el artículo


- Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el articulo y métalas en una bolsa


- Agítela suavemente


- Ahora saque cada recorte uno tras otro


- Copie concienzudamente en el orden en que hayan salido de la bolsa


- El poema se parecerá a usted


- Y es usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad hechizante, aunque incomprendido del vulgo.



miércoles, 23 de junio de 2010

Máscaras


(...) "Llevo sobre mi rostro cien máscaras de ficción que se suceden bajo el imperio mezquino


de una fatalidad sin trascendencia. Acaso mi verdadero gesto no se ha revelado


todavía, acaso no pueda revelarse nunca bajo tantos velos acumulados día a día y


tejidos por todas mis horas. Yo mismo me desconozco y quizá estoy condenado a desconocerme


siempre. Muchas veces me pregunto cuál entre los pecados es el mío, e


interrogo a las máscaras del vicio: Soberbia, Lujuria, Vanidad, Envidia han dejado una


huella en mi rostro carnal y en mi rostro espiritual, pero yo sé que todas han de borrarse


en su día, y que sólo una quedará inmóvil sobre mis facciones cuando llegue la muerte. (...)"


Valle-Inclán

viernes, 18 de junio de 2010

Canción de la espera







Espero tu sonrisa y espero tu fragancia
por encima de todo, del tiempo y la distancia.
Yo no sé desde dónde, hacia dónde, ni cuándo
regresarás... sé sólo que te estaré esperando.


En lo alto del bosque y en lo hondo del lago,
en el minuto alegre y en el minuto aciago,
en la función pagana y en el sagrado rito,
en el limpio silencio y en el áspero grito.

Allí donde es más fuerte la voz de la cascada,
allí donde está todo y allí donde no hay nada,
en la pluma del ala y en el sol del ocaso,
yo esperaré el sonido rítmico de tu paso.

Comprendo que de mí ya se ría la gente
al ver cómo te espero desesperadamente.
Cuando todos los astros se apaguen en el cielo,
cuando todos los pájaros paralicen el vuelo
cansados de esperarte, ese día
lejano yo te estaré esperando todavía.

No importa: aunque me digan todos que desvarío,
yo te espero en las ondas musicales del río,
en la nube que llega blanca de su trayecto,
en el camino angosto y en el camino recto.

Niño, joven o anciano, sonriendo o llorando,
en el alba o la tarde, yo te estaré esperando,
y si me convenciera que ese ansiado día
no habría de llegar, también te esperaría.







José Ángel Buesa

jueves, 17 de junio de 2010

Nada







Nadaba entre la nada. Sin empeño
a la vida, que es nada, de improviso
vine a soñar que soy; porque Dios quiso
entre la nada levantar un sueño.

Dios, que es El Todo y de la nada es dueño,
me hace un mundo soñar, porque es preciso;
Él, siendo Dios, de nada un paraíso
formó, nadando en eternal ensueño.

¿Qué importa que en la nada confundida
vuelva a nadar, al fin, esta soñada
vil existencia que la nada olvida,

nada fatal de la que fue sacada?…
¿Qué tiene esta ilusión que llaman vida?...
Nada en su origen. —¿y en su extremo? —¡Nada!


Antonio Plaza Llamas

lunes, 14 de junio de 2010

Duerme







 


Despierta, tiemblo al mirarte;
dormida, me atrevo a verte;
por eso, alma de mi alma,
yo velo mientras tú duermes.


  Despierta, ríes, y al reír tus labios
     inquietos me parecen
relámpagos de grana que serpean
     sobre un cielo de nieve.


  Dormida, los extremos de tu boca
     pliega sonrisa leve,
suave como el rastro luminoso
     que deja un sol que muere.
                          ¡Duerme!


  Despierta, miras y al mirar tus ojos
     húmedos resplandecen
como la onda azul en cuya cresta
     chispeando el sol hiere.


  Al través de tus párpados, dormida,
     tranquilo fulgor vierten,
cual derrama de luz, templado rayo,
     lámpara transparente.
                          ¡Duerme!


  Despierta, hablas y al hablar vibrantes
     tus palabras parecen
lluvia de perlas que en dorada copa
     se derrama a torrentes.


  Dormida, en el murmullo de tu aliento
     acompasado y tenue,
escucho yo un poema que mi alma
     enamorada entiende.
                          ¡Duerme!


  Sobre el corazón la mano
me he puesto porque no suene
su latido y de la noche
turbe la calma solemne.


  De tu balcón las persianas
cerré ya porque no entre
el resplandor enojoso
de la aurora y te despierte.
                          ¡Duerme!






 

Gustavo Adolfo Bécquer

viernes, 11 de junio de 2010

Tú, que no eres mi amor

Si me llamaras, sí;
si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!
Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
«¡si me llamaras, sí, si me llamaras!»
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: «No te vayas».



 

Pedro Salinas

La voz a tí debida: Versos 102 a 126

Desmayarse, atreverse, estar furioso






 


Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;


no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;


huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;


creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.






 

Lope Félix de Vega y Carpio

martes, 8 de junio de 2010

La pregunta







Amor, una pregunta
te ha destrozado.


Yo he regresado a ti
desde la incertidumbre con espinas.


Te quiero recta como
la espada o el camino.


Pero te empeñas
en guardar un recodo
de sombra que no quiero.


Amor mío,
compréndeme,
te quiero toda,
de ojos a pies, a uñas,
por dentro,
toda la claridad, la que guardabas.


Soy yo, amor mío,
quien golpea tu puerta.
No es el fantasma, no es
el que antes se detuvo
en tu ventana.
Yo echo la puerta abajo:
yo entro en toda tu vida:
vengo a vivir en tu alma:
tú no puedes conmigo.


Tienes que abrir puerta a puerta,
tienes que obedecerme,
tienes que abrir los ojos
para que busque en ellos,
tienes que ver cómo ando
con pasos pesados
por todos los caminos
que, ciegos, me esperaban.


No me temas,
soy tuyo,
pero
no soy el pasajero ni el mendigo,
soy tu dueño,
el que tú esperabas,
y ahora entro
en tu vida,
para no salir más,
amor, amor, amor,
para quedarme.


Pablo Neruda