viernes, 28 de mayo de 2010

Sálvame

Mis ojos, por tu cuerpo reclamados,
de su hermosura avisan, amplio torso devastan
y en la estrecha cadera contiénense aturdidos.
Sin indulgencia alguna muestran al labio hambriento,
de cerezas mordientes, la semilla
y al igual que mis dedos el más ardiente roce
de tu piel se presagia, de la amatista intrusa
e irisado pezón, en mi confusa lengua
avívase su tacto.
Las feroces punzadas de un turbador augurio
procura apaciguar mi inasaltado vientre,
pero es vano el combate del que ya ha sido herido.
Y es un abismo el goce, el anhelo locura,
es tu nombre invocado amarga extenuación
y tu cuerpo inminente rigurosa medida
de mi infierno.
De este insaciable afán dicen que has de salvarme.
Pero lo cierto es que enfebrecida aguardo
y que puedo morir antes de que me toques.

 


Ana Rossetti

sábado, 22 de mayo de 2010

XV












          XV


¡Oh, miseria de toda lucha por lo finito!
Es como el ala de la mariposa
nuestro brazo que deja el pensamiento escrito.
Nuestra infancia vale la rosa,
el relámpago nuestro mirar,
y el ritmo que en el pecho
nuestro corazón mueve
es un ritmo de onda de mar,
o un caer de copo de nieve,
o el del cantar
del ruiseñor,
que dura lo que dura el perfumar
de su hermana la flor.
¡Oh, miseria de toda lucha por lo finito!
El alma que se advierte sencilla y mira clara-
mente la gracia pura de la luz cara a cara,
como el botón de rosa, como la coccinela,
esa alma es la que al fondo del infinito vuela.
El alma que ha olvidado la admiración, que sufre
en la melancolía agria, olorosa a azufre,
de envidiar malamente y duramente, anida
en un nido de topos. Es manca. Está tullida.
¡Oh, miseria de toda lucha por lo finito!






 

Rubén Darío

viernes, 21 de mayo de 2010

Pobrecilla sonámbula

 


Con planta imponderable
cruzas el mundo y cruzas mi conciencia,
y es tu sufrido rostro como un éxtasis
que se dilata en una transparencia.


¡Pobrecilla sonámbula!
Pareces, en tu ruta de novicia,
ir diciendo al azar: «No me hagáis daño;
temo que me maltrate una caricia».


Devuelves su matiz inmaculado
al paisaje ilusorio en que te posas
y restituyes en su integridad
inocente a los hombres y a las cosas.


Así cruzas el mundo,
con ingrávidos pies, y en transparencia
de éxtasis se adelgaza tu perfil,
y vas diciendo: «Marcho en la clemencia,
soy la virginidad del panorama
y la clara embriaguez de tu conciencia».








Ramón López Velarde

jueves, 20 de mayo de 2010

SONETO LXI






 


Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme;


dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba
que alguna vez llegaba a despertarme:


¡oh sueño, cuánto más leve y sabroso
me fueras si vinieras tan pesado
que asentaras en mí con más reposo!


Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.






 

Juan Boscán

Amor, ¿de dónde nace un tan gran miedo?






«Amor, ¿de dónde nace un tan gran miedo?
¿Soy causa yo de este temor que siento?
¿Por qué no piensa el bien mi pensamiento
ni de recelar mal tirarlo puedo?

»¿Qué es esto que me quita el vivir ledo,
como solía cuándo más contento?
Si me quita el descanso el sentimiento,
¿quién me quita el esfuerzo y el denudo?

»Estas congojas y estas bascas tales,
¿de qué proceden? ¿ Son por ventura
en los otros amantes de esta suerte?»

«Sí —respondió el Amor—, tu desventura,
que ni pueden hallar medios tus males,
ni en tus males hallar medio la muerte».








Gutierre de Cetina

martes, 18 de mayo de 2010

Poema 17






 


Pensando, enredando sombras en la profunda soledad.
Tú también estás lejos, ah más lejos que nadie.
Pensando, soltando pájaros, desvaneciendo imágenes,
enterrando lámparas.
Campanario de brumas, qué lejos, allá arriba!
Ahogando lamentos, moliendo esperanzas sombrías,
molinero taciturno,
se te viene de bruces la noche, lejos de la ciudad.

Tu presencia es ajena, extraña a mí como una cosa.
Pienso, camino largamente, mi vida antes de ti.
Mi vida antes de nadie, mi áspera vida.
El grito frente al mar, entre las piedras,
corriendo libre, loco, en el vaho del mar.
La furia triste, el grito, la soledad del mar.
Desbocado, violento, estirado hacia el cielo.

Tú, mujer, qué eras allí, qué raya, qué varilla
de ese abanico inmenso? Estabas lejos como ahora.
Incendio en el bosque! Arde en cruces azules.
Arde, arde, llamea, chispea en árboles de luz.
Se derrumba, crepita. Incendio. Incendio.
Y mi alma baila herida de virutas de fuego.
Quien llama? Qué silencio poblado de ecos?
Hora de la nostalgia, hora de la alegría, hora de la soledad,
hora mía entre todas!

Bocina en que el viento pasa cantando.
Tanta pasión de llanto anudada a mi cuerpo.
Sacudida de todas las raíces,
asalto de todas las olas!
Rodaba, alegre, triste, interminable, mi alma.

Pensando, enterrando lámparas en la profunda soledad.
Quién eres tú, quién eres?






Pablo Neruda, 1924


lunes, 17 de mayo de 2010

Espero curarme de ti


Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.


¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.


Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.








Jaime Sabines

domingo, 16 de mayo de 2010

La voz a tí debida







Amor, amor, catástrofe.
¡Qué hundimiento del mundo!
Un gran horror a techos
quiebra columnas, tiempos;
los reemplaza por cielos
intemporales. Andas, ando
por entre escombros
de estíos y de inviernos
derrumbados. Se extinguen
las normas y los pesos.
Toda hacia atrás la vida
se va quitando siglos,
frenética, de encima;
desteje, galopando,
su curso, lento antes;
se desvive de ansia
de borrarse la historia,
de no ser más que el puro
anhelo de empezarse
otra vez. El futuro
se llama ayer. Ayer
oculto, secretísimo,
que se nos olvidó
y hay que reconquistar
con la sangre y el alma,
detrás de aquellos otros
ayeres conocidos.
¡Atrás y siempre atrás!
¡Retrocesos, en vértigo,
por dentro, hacia el mañana!
¡Que caiga todo! Ya
lo siento apenas. Vamos,
a fuerza de besar,
inventando las ruinas
del mundo, de la mano
tú y yo
por entre el gran fracaso
de la flor y del orden.
Y ya siento entre tactos,
entre abrazos, tu piel,
que me entrega el retorno
al palpitar primero,
sin luz, antes del mundo,
total, sin forma, caos.






Pedro Salinas

jueves, 13 de mayo de 2010

Un bel di vedremo (Madama Butterfly)







 











 

















Un bel di vedremo


Levarsi un fil di fumo sull´estremo


Confin del mare.


E poi la nave appare.


E poi la nave bianca


Entra nel porto, romba il suo saluto.


Vedi? E´ venuto!


Io non gli scendo incontro. Io no. Mi metto


Là sul ciglio del colle e aspetto, aspetto


Gran tempo e non mi pesa


La lunga attesa.


E... uscito dalla folla cittadina


Un uomo, un picciol punto


S´avvia per la collina.


Chi sarà? Chi sarà?


E come sarà giunto


Che dirà? Che dirà?


Chiamerà Butterfly dalla lontana.


Io senza far risposta


Me ne starò nascosta


Un po´ per celia, e un po´ per non morire


Al primo incontro, ed egli alquanto in pena


Chiamerà, chiamerà :


“Piccina-mogliettina


olezzo di verbena”


I nomi che mi dava al suo venire.


Tutto questo avverrá, te lo prometto.


Tienti la tua paura,- io con sicura


Fede lo aspetto.













 


Un bello dia veremos


Levantarse un hilo de humo en el extremo


confín del mar


Y después aparece la nave.


Y después la nave es blanca


Entra en el puerto, truena su saludo.


Ves? Ha venido!


Yo no voy a buscarlo, yo no. Me pongo


ahí,  en lo alto de la colina y espero, espero


mucho tiempo y no me importa


la larga espera.


Y...salido de entre la multitud de la ciudad


Un hombre, un pequeño punto


Subiendo por la colina.


Quién será? Quién será?


Y cuando esté aquí,


Qué dirá? Qué dirá?


Llamará Butterfly a lo lejos


yo sin responder


Estaré escondida


Un poco por bromear y un poco...por no morir


al primer encuentro, y él un poco ansioso


llamará, llamará;


“Pequeñita, mi pequeña esposa


perfume de verbena”


los nombres que solía llamarme.


Todo esto sucederá, te lo prometo.


Guárdate tus temores, yo con segura


fe lo espero!


 


Giuseppe Giacosa y Luigi Illica

domingo, 9 de mayo de 2010

Carpe Diem

 


No pretendas saber, pues no está permitido,
el fin que a mí y a ti, Leucónoe,
nos tienen asignados los dioses,
ni consultes los números Babilónicos.
Mejor será aceptar lo que venga,
ya sean muchos los inviernos que Júpiter
te conceda, o sea éste el último,
el que ahora hace que el mar Tirreno
rompa contra los opuestos cantiles.
No seas loca, filtra tus vinos
y adapta al breve espacio de tu vida
una esperanza larga.
Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.
Vive el día de hoy. Captúralo.
No fíes del incierto mañana.

Carminum I, 11: Horacio

sábado, 8 de mayo de 2010

Melancolía

Me siento, a veces, triste
como una tarde del otoño viejo;
de saudades sin nombre,
de penas melancólicas tan lleno...
Mi pensamiento, entonces,
vaga junto a las tumbas de los muertos
y en torno a los cipreses y a los sauces
que, abatidos, se inclinan... Y me acuerdo
de historias tristes, sin poesía... Historias
que tienen casi blancos mis cabellos.


Manuel Machado

jueves, 6 de mayo de 2010

Rosa de sanatorio


Bajo la sensación del cloroformo
me hacen temblar con alarido interno,
la luz de acuario de un jardín moderno.
y el amarillo olor del yodoformo.


Cubista, futurista y estridente,
por el caos febril de la modorra
vuela la sensación, que al fin se borra,
verde mosca, zumbándome en la frente.


Pasa mis nervios, con gozoso frío,
el arco de lunático violín;
de un si bemol el transparente pío


tiembla en la luz acuaria del jardín,
y va mi barca por el ancho río
que divide un confín de otro confín.






 

Ramón María del Valle-Inclán

miércoles, 5 de mayo de 2010

Tegernaria doméstica


La Araña gris de tiempo y de distancia
tiende su red al mar quieto del aire,
pescadora de moscas y tristezas
cotidianas...

Sabe que el amor tiene
un solo precio que se paga
pronto o tarde: la Muerte.
Y Amor y Muerte con sus hilos ata...


Dulce María Loynaz de Castillo