SE apoyò en su cadera
la cortina de encajes
y dejò el seno azul
flotando por el aire.
Te olvidaste a ti misma
deshojando la flor del almanaque,
y el sol -reloj de arcángeles-
no señalò en su esfera
tu instante.
UN monte recién cortado
y un pino desmelenado.
Abajo las aguas verdes
con sus cortinas bordadas.
Sobre una hoja de col
mi bergantín caracol.
Y colgando de una rama'
el sol; blanca cacatúa
adormecida en su jaula.
(Dale que le das
al abanico que se te va.
El abanico se te fue.
¡Míralo sobre el árbol parado!
Pero el abanico vuelve.
¡Míralo otra vez en tu mano!
Dale que le das
al abanico que se te va.)
Emilio Prados
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