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Prendo las crines de los soles solsticios del invierno remanente y desorbitado. Cuento las compras del ticket agujereado por un alo de luz muerta amplificada por la lupa atroz de la legión perdida del suburbio. Miro la mirada repetitiva del verso. (un punto)
Canto una copla sin rima de mareas que en un casco de fuego hace cenizas las montañas y las medallas del oriente se confunden con máscaras maniqueas y la muerte asusta al muerto con su maquillaje rojo azul. (colores)
Una tonada solitaria no encuentra la risa del encuentro afinado y triste. La aguja del pincel en la cara diáfana de la mañana retardada y cálida. (otro punto)
Ya no vuelan palomas con murciélagos, ya no toman sol las hormigas desganadas ya no recuerdo el recuerdo del silencio ya no temo a las ratas devoradas. (rima)
En una calle desierta de mimbre Los zapatos estirados del payaso se invierten Y las risas se hacen llantos, y los llantos se hacen risas Mientras la catapulta del meñique se alisa. (un dedo)
Me voy en la alfombra Me quedo en la botella Me despido de la libreta Vacía de ideas y pastillas. (¡"#$%)
Tiro un cascote azul hacia el mar abrazado a la tierra Remo una sola hora sin pensar en pago extra Temo una aurora veloz que me nuble la idea cierta Piso una tonta mosca que vuela en el suelo muerto, Igual a ella.
Leonardo de León |
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