Tan sólo al terciopelo negro
donde queda olvidado un diamante
podría comparar la mirada
de sus ojos que parecen cantar.
Su carne de porcelana
me atormenta con blancura tan vaga
como un pétalo de azucena
bajo la luna moribunda.
Aunque sean de cera las tiernas manos,
la sangre en ellas cálida está
como una vela inextinguible
frente a la imagen de María.
Y Ella toda es ligera como una alondra
que en el tiempo claro del otoño
se prepara ya a despedirse
de esta su triste tierra del Norte.NIKOLAI GUMILEVDe A la estrella azul
1918
jueves, 8 de abril de 2010
Tan sólo al terciopelo...
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