El rubí de tu boca me rindiera, a no haberme tu bello pie rendido; hubiéranme tus manos ya prendido, si preso tu cabello no me hubiera.
Los del cielo por arcos conociera si tus ojos no hubiera conocido; fuera tu pelo norte a mi sentido, si la luz de tus ojos no lo fuera.
Así le plugo al cielo señalarte, que no ya sólo al norte y arco bello tus cejas venzan y ojos soberanos;
mas, queriendo a ti misma aventajarte, tu pie la fuerza usurpa, y tu cabello a tu boca, Amarili, y a tus manos.
Francisco de Medrano |
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