viernes, 6 de marzo de 2009

Recuerdo

Palabras que pudieron ser propias hace ya tiempo pero que trajeron a mi memoria los hechos, nunca antes mejor descritos que en esta cita.

 

"(...) No menciono todo esto con objeto de suscitar compasión. Nadie tiene por qué sentir lástima de mi, y nadie ha de justificar los errores que cometí en el periodo que siguió a esos acontecimientos. Soy un hombre, no un ángel, y si la punzada del dolor me nublaba de cuando en cuando la visión y me empujaba a ciertos extravíos, ello no debe en modo alguno arrojar dudas sobre la veracidad de mi historia. Para evitar que alguien intente desacreditarme señalando esa mancha en mi expediente, me adelantaré y por propia voluntad declararé abiertamente mis culpas ante el mundo. Vivimos en una época en la que impera la falsedad, y sé cuán fácilmente pueden tergiversarse las ideas por una simple palabra musitada en un oído predispuesto. Cuando se pone en entredicho la reputación de una persona, todo su comportamiento parecerá turbio, sospechoso, cargado de dobles intenciones. En mi propio caso, las flaquezas en cuestión eran producto del dolor, no de la malicia; de la confusión, no de la astucia(...)".

 

Paul Auster, "Viajes por el Scriptorium"

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